Segismundo esta mirando la televisión tranquilamente cuando su padre pasa a su lado, en ese instante en la cabeza de nuestro amigo Segismundo pasa el pensamiento de clavarle un cuchillo a su padre, e inmediatamente se le llena la cabeza con pensamientos sobre lo mala persona que es por pensar eso.
Con el paso de los días cada vez que ve a su padre, inmediatamente o al cabo de un rato a su cabeza vuelven los pensamientos que tuvo de matarle y alguna vez otro pensamiento nuevo de matarte ahogándole. Siguen pasando los días y mientras Segismundo está lavándose las manos, se queda mirando las venas de sus brazos, mientras el pensamiento que le gustaría cortarse las venas llega a su cabeza. Ese pensamiento le viene una y otra vez cada vez que ve un cuchillo. Sin que nadie lo note usa cada vez menos los cuchillos, y los ataques de pánico y terror son más constantes pues en su cabeza están los pensamientos de cortarse los brazos y el de matar a su padre.
Con el tiempo imagina que dirán de él los periódicos cuando no pueda contralar los pensamientos y mate a su padre, lo que dirán los otros reclusos de él, lo que dirán en las noticias del hijo que mato a su padre a cuchilladas y también imagina las desgracias que eso le acarreara a la familia.
Lo peor de todo es que cuando se lo cuenta a su familia o algún amigo íntimo, le miran sonríen y le dicen “tu estas tonto. Estoy seguro que jamás haría algo así. Deja de darle vueltas a eso” y no le dan mayor importancia, causando en Segismundo un gran sentimiento de incomprensión porque él se siente totalmente capaz de matar a su padre o de cortarse los brazos e incluso a veces siente que tiene que controlarse para no llevarlos a cabo. Cierto día comienza a apuntar en un folio el número de veces que tiene esos pensamientos y se da cuenta que los pensamientos son mayores cuanto más los piensa y más importancia les da. También se da cuenta que mientras está haciendo papiroflexia no tiene esos pensamientos. Mientras juega al futbol le puede venir un pensamiento pero rápidamente desaparece en cuanto se concentra en la pelota. Cada día que se centra en vivir la vida, en lugar de en sus pensamientos horribles, los pensamientos van siendo menores hasta que llega un día en el que no sabe porque pero ya no tiene más pensamientos horribles ni recurrentes.
Gracias por leer el blog de ETHOS.
Número de colegiado C.O.P. Madrid: M-21496.
Soy Andrés, licenciado en psicología con másters en terapia de pareja y familia, en psicología clínica y de la salud, en psicología legal y forense y clínico en EMDR.
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