Segismundo y la Desrealización
Segismundo está paseando tranquilamente por la calle cuando, de la nada salen dos personas empuñando un cuchillo pidiéndole dinero. En ese momento las pulsaciones se disparan, los sudores recorren su cuerpo, la cabeza parece que le va a explotar y está casi paralizado sin poder decir nada.
Siete segundos después Segismundo está viendo como atracan a alguien, y piensa que ese alguien debería darle el dinero y dejarse de problemas. Acto seguido ve como le da la cartera, y el móvil a los atracadores, como estos dicen algo que no entiende y desaparecen rápidamente.
Treinta segundos después que los atracadores desaparezcan, Segismundo vuelve a tomar conciencia de su realidad y se da cuenta que le han robado la cartera y el móvil.
Se sienta deja que su cuerpo se tranquilice y después va a la comisaria a poner la denuncia, anular la sim y las tarjetas de crédito. Pasado el tiempo vuelve a pasar por la calle donde le atracaron pero ve la calle más pequeña, más corta, y piensa que raro parece como si un velo o una cortina de agua se hubiera puesto delante de mis ojos. Después de pasar la calle vuelve a sentirse bien, a poder mirar sin ese velo.
Segismundo y la Despersonalización
El once de marzo de aquel fatídico año, Segismundo va en el tren. Sin saber ni cómo ni porque oye una fuerte explosión que hace que vea todo negro durante unos segundos, cuando por fin puede ver, siente que hay algo que le molesta en el pecho, lo empuja y de manera mecánica se levanta para ver el paisaje dantesco en el que se encuentra. Mientras observa la barbarie y la destrucción oye un grito de auxilio, localiza de donde viene, y ayuda a una persona a salir de los escombros acompañándola a un lugar más seguro.
Después oye otro grito y se dirige a ayudar a esa otra persona, la coge en brazos y la saca como puede tumbándola en una zona despejada. Una tercera voz parece que le llama, cuando se gira para mirar ve a una persona con distintivos del Samur que le dice: “Quieto, no se mueva, siéntese ya se encargan ellos de ayudar a los demás”. Segundos después Segismundo mira como le sacan una barra de hierro de su muslo. que oye una fuerte explosión que hace que vea todo negro durante unos segundos, cuando por fin puede ver, siente que hay algo que le molesta en el pecho, lo empuja y de manera mecánica se levanta para ver el paisaje dantesco en el que se encuentra. Mientras observa la barbarie y la destrucción oye un grito de auxilio, localiza de donde viene, y ayuda a una persona a salir de los escombros acompañándola a un lugar más seguro.
Después oye otro grito y se dirige a ayudar a esa otra persona, la coge en brazos y la saca como puede tumbándola en una zona despejada. Una tercera voz parece que le llama, cuando se gira para mirar ve a una persona con distintivos del Samur que le dice: “Quieto, no se mueva, siéntese ya se encargan ellos de ayudar a los demás”.
Segundos después Segismundo mira como le sacan una barra de hierro de su muslo. Aunque no siente nada, tiene que ser su muslo porque va pegado a su cadera y a su tronco con sus brazos. Sus brazos están desgarrados ensangrentados pero tambien es como si no fueran suyos, siente una pequeña molestia pero no todo lo que debería de sentir viendo, como ve que están sus brazos de ensangrentados y lacerados. Durante meses después cada vez que va a la estación de algún cercanías siente como si su cuerpo no fuera suyo o el fuera un robot.
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