Después del verano, además de la cuesta de septiembre, es también común el aumento de peticiones de terapia de pareja y/o rupturas de pareja. Lo esperable sería que después de pasar unos días de vacaciones, sin el estrés del trabajo y con mucho tiempo libre, las parejas salieran reforzadas del verano. Pero lo que nos dice la experiencia es que esto, no es así.
Causas del aumento de rupturas de parejas después del verano.
Siendo el verano como es, la estación por antonomasia del amor juvenil y /o fugaz, en las que las recién formadas parejas, están condenadas a la ruptura, con la llegada de septiembre, a más tardar primeros de octubre, y cuyas causas son de sobra conocidas por cualquiera, me centrare solo en los problemas y/o rupturas de parejas estables y consolidadas.
1.- Exceso de tiempo libre compartido con la pareja.
La primera y principal causa es el aumento del tiempo libre. Durante el resto del año, los horarios de los trabajos y los quehaceres diarios de una vida normal, como son preparar la comida del día siguiente, la limpieza de la casa, actividades individuales como el gym o salir a correr, cuidar de los niños o de las personas mayores si los hubiera… Hacen que, al día, la pareja comparta, con suerte una hora y media antes de acostarse. De esa hora y media, parte se usa ver la televisión después de cenar.
En ese poco tiempo que queda, para que la pareja se comunique y exprese sus afectos, a casi nadie le apetece decirle a su pareja las cosas que no le gustan, o las cosas con las que no está de acuerdo. Lo que apetece es dejarlo pasar y no calentarse la cabeza con ello. En verano, el primer problema consiste, en llenar todo ese tiempo libre del que se dispone. Una parte querrá una cosas y la otra querrá otras cosas, y posiblemente coincidan en poco, produciéndose un aumento del número de actividades desagradables.
2.- Aumento de actividades desagradables.
En vacaciones no existe ninguna excusa para no hacer esas actividades desagradables, como pueden ser por ejemplo diferentes arreglos en el hogar, ir a sitios que distan mucho de estar entre los preferidos de una parte de la pareja, quedar con amigos de la pareja que por algún motivo caen mal… Ya no se puede decir: Lo dejamos para más adelante porque ahora no tengo tiempo. Además, erróneamente se piensa que la pareja, se enfadara, si se dice que no se quieren hacer. Por lo que se hacen de mala gana, y se pone el foco en las cosas negativas que suceden en lugar de las positivas y el cabreo interior aumente haciendo que se aumente el número de roces en la pareja.
3.- Aumento del número de roces o comportamientos que no gustan entre la pareja.
Al compartir más tiempo libre en verano, los pequeños o grandes roces se ponen de manifiesto en todo su esplendor. Si durante el resto del año, hemos tenido siempre la excusa del tiempo para no ir a comer a casa de la suegra, en verano, esa excusa no se puede usar. Si existen problemas anteriores larvados, salen en las comidas y/o viajes con la familia.
Otros problemas son la visibilidad de los comportamientos que durante el resto del año no se ven o se pasan por alto. Estos comportamientos pueden ser tan simples, como que una parte de la pareja le guste fregar los cacharros inmediatamente después de comer y a la otra parte le guste dejarlos en el fregadero hasta después de la siesta. Durante el resto del año al comer los dos o uno fuera de casa el problema es completamente invisible y si se visualiza el fin de semana se pasa por alto con mucha facilidad.
Consecuentemente el “mal rollo” en la pareja aumenta y si el resto del año no han practicado una buena comunicación conyugal, la olla va ganando presión, mientras la pareja va intercambiando conductas para fastidiar a la otra parte de manera consciente.
4.- Aumento de la mala comunicación conyugal.
Durante el resto del año la comunicación entre la pareja suele ser bastante funcional. La comunicación se usa para resolver problemas inmediatos y los problemas no inmediatos, no hay necesidad de solucionarlos puesto que posiblemente vuelvan a salir pasados uno, dos o más meses. Durante las vacaciones, la comunicación puramente funcional pierde sentido, puesto que los problemas aunque se intenten desplazar en el tiempo, al final, hay muchas posibilidades que el mismo problema salga como mínimo 1 vez al día. Y reconozcámoslo una vez al día, durante 15 días seguidos, son muchos días para intentar obviarlo. Con mala comunicación conyugal las disputas y problemas de la pareja aumentan, llegando al punto de ruptura de la pareja.
¿Que hacer cuando sucede uno o varios de los problemas anteriores?
Por supuesto, si seguimos enamorados de nuestra pareja, lo mejor que se puede hacer cuando después del verano tenemos problemas con ella, será acudir a un psicólogo familiar o de pareja para que pueda ayudar juntar los corazones ahora separados, antes de que se separen definitivamente.
Muchas gracias por leer este artículo de ETHOS Psicólogos en Alcalá de Henares hasta el final, por vuestros comentarios, por compartirlo, por vuestros «me gusta » y «+1», y sobre todo por estar a ese lado haciendo que esto sea posible.
Número de colegiado C.O.P. Madrid: M-21496.
Soy Andrés, licenciado en psicología con másters en terapia de pareja y familia, en psicología clínica y de la salud, en psicología legal y forense y clínico en EMDR.
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