Psicología Infantil
Muchas veces se comete el error de creer y tratar a los niños como pequeños adultos para ciertas cosas y de minimizar o creer que no pueden tener problemas psicológicos “de adultos” porque son niños.
La realidad es que el desarrollo y comportamiento de un niño poco tiene que ver con el desarrollo y la forma de comportarse de un adulto. Los niños tienen su propia forma de pensar, que va cambiando según van teniendo más edad.
Cuando aprenda lo que es un frigorífico y tenga fuerzas para abrirlo, puede que cuando tenga hambre vaya directamente a este sin decir nada.
Así en el caso de un bebé, la forma de comunicar que tiene hambre es llorando de una determinada manera que su madre identifica como que tiene hambre. Cuando crece y el niño comienza a hablar lo expresara con palabras.
El tener su propia forma de pensar y de ver el mundo no es impedimento para tener sus propios trastornos psicológicos o del desarrollo que se manifiestan de forma diferente a los adultos. Así en contra de lo que pudiera parecer, un niño deprimido es normal que se muestre irascible y con rabietas en lugar de triste y apático.
¿Cómo saber si su hijo necesita ayuda psicológica?
Todos los padres sabemos o intuimos cuando a nuestros hijos les pasa algo, están raros o tienen comportamientos que no son normales para su edad. Es en esos momentos cuando hay que consultar a un profesional para que vea lo que está pasando y pueda evaluar si eso es normal o no.
Algunos de los problemas que pueden tener los niños son:
Si el niño ha pasado por situaciones traumáticas como acoso escolar, muerte o desaparición de un padre o figura importante de apego, o haya visto cosas que no debería ver.
Si sus comportamientos no son adecuados a su edad como mojar la cama teniendo más de 4 años, si siente celos de su hermano, si tiene rabietas incontrolables inexplicables, llora o tiene rabietas cuando duerme solo hasta que uno de los padres duerme con él. Si tiene miedo intenso a la oscuridad, a los globos, a los petardos, a quedar encerrado en un determinado sitio, si está triste sin ganas de jugar.
Si las notas del colegio bajan de manera inexplicable de un curso a otro o de un trimestre a otro, si se muestra apático, le resulta difícil concentrarse o muestra poco interés o rechazo al colegio. Si ha dejado de comer de forma drástica o rechaza de forma sistemática algunos alimentos, le cuesta relacionarse con otros niños o se muestra violento con niños o adultos.
Sobre todo, si el niño ha cambiado notablemente su forma de ser en un periodo corto de tiempo.
Todos los comportamientos anteriores son indicativos de que su hijo está sufriendo por algo que con tiempo y con los profesionales adecuados no pasaría.